Rusia(5)

Después del Marstall (nos fuimos a horas decentes para poder ver San Petesburgo al día siguiente) fuimos a por un taxi, cometiendo el error de coger uno de los taxis ilegales que había aparcado fuera (coger un taxi enfrente de un sitio para turistas es clavada segura). Después de lo que pareció una carrera por las calles de San Petesburgo casi a cien por hora llegamos del nuevo al hotel Sovetskaya.

Por la mañana me levanté a horas tempranas para ir al desayuno y de ahí hacer el tour en bus por la ciudad.

Desde la ventana
San Petesburgo desde el Sovetskaya

Acto seguido y con un poco de resaca (hangover, palabra útil en inglés) de la mezcla de cerveza y vodka fui a desayunar, arramplando con la pésima comida que allí había porque era lo único que había. Crosissants rancios, dos tazas de café malo, tostadas sin tostar y algún bollo horrible fueron mi desayuno. Después de eso, a por la mochila del día y al autobús a hacer las visitas de rigor.

Fui el último en llegar al bus y después de eso arrancamos. Había una guía turística, creo recordar que llamada Nina que nos íba explicando cosas de San Petesburgo, como que antes fue Leningrado (pero no Stalingrado, como se puede leer en muchos sitios; Stalingrado fue Volgogrado), como que las casas están descascarilladas por estar construidas después de la guerra y que aunque los pisos sean una basura se paga una millonada por ellos, y la mayoría de los rusos no pueden costearselos.

Durante el tiempo en el que estuvimos en el bus la guía iba señalando a izquierda y derecha y explicando cosas, y cada cierto tiempo hacíamos una parada de unos cinco minutos, en los que todos bajábamos a ver algo especial de la ciudad, mientras la guía nos explicaba las cosas más interesantes del lugar y después teníamos tiempo para sacarnos unas fotos.

La verdad es que no me gusta nada esa manera de ver ciudades, todo de pasada y sin poder quedarte con los nombres de las cosas que has ido viendo porque las has visto treinta segundos. La parte buena es que no te dejas en el tintero casi nada, pero no ves nada en profundidad; no pasas tu tiempo como quieres, te lo dan en un formato cerrado de lo tomas o lo dejas. Es una verdadera lástima pero el viaje era así. Luego tendríamos algunas tardes libres para ver más cosas si queríamos.

La primera parada de la gira fue la catedral de S. Isaac, iglesia reconvertida en museo, como casi todas las que hay en Rusia, aunque algunas de ellas aún ofrecen servicios religiosos una vez a la semana.

St. Isaac.

Ei, que tipo mas guapo.

De ahí recogimos y seguimos andando por la ciudad, pasamos por la calle principal de San Petesburgo, toda blindada de tiendas a ambos lados, y llegamos aquí:

Spanish group
San Nicolás, bastante bonito. Los de la foto todos españoles.

Una vez más nos metimos en el bus y pasamos frente a los campos de marte de San Petesburgo, cerca de la catedral de la Sangre Derramada. Allí hicimos una parada de unos minutos para sacar fotos y ver un poco las tiendecitas.

Florian y yo.
La catedral de la Sangre Derramada tiene su nombre porque fue asesinado allí en zar Alejandro Segundo, y, como dije antes que era común, hay un museo dentro en el que hay que pagar por entrar con descuento para estudiantes y al que no entré.

Enfrente de la catedral había unos treinta puestos de Matriuskas y material ruso vario del que no hice uso en las varias veces en las que estuve allí, pero que tenían de todo lo que uno quisiera comprar típico ruso.
Puestecillos