Oktoberfest 2008 (I)

Bebiendo cerveza. Así, tres días

Como fueron varios días los que por Munich estuve, y dieron tiempo para bastantes cosas, haré igual que con mis antiguos post sobre viajes largos (véase por ejemplo Rusia; o aunque no sea un viaje per se Berlín también está bastante bien documentado). En esta ocasión será un poco más escueto, ya que en definitiva queda muy lejos de la temática general del blog, aunque se enmarque dentro de vivir en el extranjero y en viajes.

El primer día, y tras un viaje en coche compartido (en Alemania hay una web donde, si vas a ir a alguna parte con tu coche, te inscribes y gente sin coche puede unirse al precio que tú pongas. Sea como fuere siempre es más barato que el tren, y más interesante. Actualizado: http://www.mitfahrgelegenheit.de/ es la web), llegamos de noche a Munich. Para resumir: el tío nos dejó en el aeropuerto, no había más trenes y tuvimos que dormir allí hasta que empezasen los trenes.

Tras la noche accidentada, tocó tomar algo de desayuno, comida que no sospechaba que acabase siendo la única del día pero así salen las cosas a veces. Tras ello, tocaba ponerse en marcha e ir al Oktoberfest, que está localizado en un gran parque de Munich. Allí, a parte de las gigantescas tiendas para darle a la cerveza, habían montado una gran feria a su alreadedor.

El hombre de Azul, el que nos hospedó
Nuestro anfitrión, el hombre de azul, caminando hacia un púlpito don una diosa. O más correctamente, hacia la cerveza Paulaner gigante.

Llegamos al Oktoberfest nuestro anfitrión Diego, mi amigo Sebastian de la empresa de juegos online para la que trabajo y yo a cosa de las 1 de la tarde. La primera carpa estaba llena, por lo que nos fuimos a otra a ver si había mejor suerte para sentarse: pronto nos dimos cuenta que para sentarse había que haber llegado a las 11 como mínimo.

En resumen: todo el día metidos en el Oktoberfest. Mi nueva camiseta del Munich 1860 hizo amigos y por eso nos pudimos sentar la mayor parte del día y beber tranquilamente. Las cervezas que allí se dan, tamaño único y el que puede verse en la primera foto de este post, costaban generalmente entre 8 y 8,5€, propina aparte.

Tras 10 horas bebiendo, charlando con la gente, cantando canciones populares alemanas, brindando y volviendo a brindar y en general pasando una buena tarde, tocó hacer un amago de seguir de fiesta pero rápidamente vimos que no era posible: demasiada cerveza y demasiado cansancio.

Ahora sí, más fotos y sus comentarios, después del salto.

Una carpa del Oktoberfest por dentro
Carpa descartada: demasiada gente y no hay donde sentarse

Sitio encontrado
Sitio encontrado: Kurt, un fan del Munich 1860, nos invitó a sentarse con él y sus amigos. El tío estaba estudiando para meterse en la división antiterrorista de la policía. Mientras tanto, iba arreglándoselas para meterse jarras de cerveza a un ritmo triple que el mío. Un tipo cojonudo.

Basti, con más bávaros
Nos fuimos de la mesa anterior, y encontramos otra con unos tipos muy majos. Es mejor ir en grupos pequeños, porque sino no hay quien encuentre sitio.

En el centro de esta imagen hay una sorpresa
Gente en bancos al lado de los nuestros.

Chicas yendo al baño: se puede ver que sólo las extranjeras no llevan el dirndl
Cola de chicas yendo al baño: todas van con su Dirndl

Sombrerazo
Adoro el sombrero, y en general el look de este hombre. Yo para salir de fiesta a veces me pongo también un sombrero.

Un gran modelito
Otro modelito bávaro. Este llevó hasta su extremo el ponerse los Lederhosen. Normalmente, aunque se llevan mucho en el Oktoberfest, no tienen tantos elementos (la chaqueta a juego, vamos)

Anocheciendo
Anocheciendo: muchas cervezas habían caído ya, pero la gente seguía con ganas de Oktoberfestear.