Pesadillas de una becaria finlandesa
Ese es el título que ha puesto el país a uno de sus artículos, en los que se relata las visicitudes (por decirlo bonito, que realmente se parece más al titular del país) de Almudena Z., una estudiante de Valladolid que acabó en Helsinki después de que le concedieran, como a un servidor, la beca Leonardo Da Vinci (que igualmente se impone un post hablando sobre ella).
Según cuenta el artículo, la empresa encontrada para la chica era de todo menos una empresa y el jefe (no finlandés) era un acosador sexual. Las llamadas a la universidad manifestando el hecho son desoídas por no tener que trabajar más y porque, como en ese capítulo de los Simpson del campamento Krusty en ruinas, pensarán que se quejaba de vicio (qué va a ser culpa de la empresa que ha buscado la universidad, que va…).
Lo mejor es que leais el artículo, pero por supuesto es un caso aislado y no tiene por qué condicionar a nadie para pedir la beca Leonardo (más que recomendable). Simplemente, y como siempre, las cosas no salen siempre bien y es bueno tener el ejemplo de alguien a quien no le han salido bien (y de hecho le podía haber incluso pasado algo).
Y todo esto, en Finlandia.
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Menudo impresentable el pavo ese.
Aún así, estuve en julio visitando a una amiga que estaba de Leonardo en Liverpool y de 6 personas que había sólo 2 hacían tareas que tenían que ver con su carrera. Me da que hay mucha desorganización con esta beca.
Yo hice la Leonardo en Finlandia también y la verdad es que fui un poco a la aventura. Los de la universidad me llamaron para comunicarme que me habían concedido la beca en un sitio llamado Joensuu y que la tenía que aceptar en un plazo de 24 horas, sin darme datos de la empresa ni de las tareas que iba a realizar. Tras aceptarla tuve que investigar por mi cuenta de qué iba la empresa, porque los de la beca no me daban ningún dato.
Ahora en las universidades (al menos en la mía) se subcontrata a empresas para que les hagan el trabajo y al menos se haga algo más. En Alcalá la que lleva a la gente de la UAH y Berlín hay una empresa que «cuida» de los que vienen y les busca las prácticas.
En cierto modo, es mejor. La parte mala es que no puede uno disponer de su dinero como quiere.