Ya tengo pedidos millonarios de renos para cuando visite Laponia. Me da pena haberme deshecho de ellos (de hecho, de todo lo que traje de Finlandia y Rusia solo me ha quedado un dedal-matriuska horrible que saqué a base de regateo) pero así es la vida y cuando la cajera vestida de elfo me vea con cuarenta renos más le va a dar un patatús.
Sed buenos en la noche de Reyes, niños.
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